¿Te gustaría conducir un coche de alta gama? Es más fácil de lo que crees

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El año pasado, después de una noche divertida por la ciudad, mi amigo me propuso conducir su superdeportivo. Me miró a los ojos y dijo: “Quieres llevarlo a tu casa?”, no habíamos bebido alcohol, y sabía que lo estaba diciendo de verdad. Tuve que parar durante unos segundos. Porque, aunque se trataba de un BMW, justo se trataba del más rápido que había en producción. Contaba con más de 500CV y alcanzar los 100km/h lo hacía antes de que termines de leer esta frase. El coche era rá-pi-do.

Cuando arranqué el motor V10 el coche se puso a gruñir como si me estuviera diciendo “Si no te lo mereces, ni se te ocurra arrancar…plebeyo”. Su sonido podía provocar los movimientos dignos de un éxtasis de placer y yo no era nadie para prohibirlo.

Empecé a notar elementos del coche que eran diferentes a cualquier otro que había conducido hasta entonces. Lo primero que note fueron todos los accesorios dignos de una nave espacial que tenia enfrente. Me recordaba del momento de las Guerras de las Galaxias cuando Luke destruye la Estrella de la Muerte. Mi piel estaba temblando tanto del miedo como de la adrenalina.

Justo antes de arrancar pregunté a mi amigo por algunos consejos y el único que me quiso dar fue: “ten cuidado y sé sensible con los pedales”, pero sensible era poco… Si solo hubiese susurrado delante de ellos el coche ya me hubiese llevado a otra dimensión. Pero poco a poco le fui cogiendo el gusto y en poco tiempo me vi con el pie pisando el metal hasta el último centímetro.

El manejo fue impecable. En las curvas que de costumbre causaban un ataque cardíaco a 60km/h, ahora los cogía a más de 90km/h con toda la tranquilidad del mundo. Pero lo que me cambió fue pisar el acelerador en una recta gigantesca. Sentí como el reposacabezas absorbía mi cráneo en cuanto se desdibujaba mi visión periférica. Encima, lo mejor de todo esto, es que no sentía miedo, sino una fuerza inhumana.

Ese es el comienzo de uno de mis recuerdos más espeluznantes que siempre llevaré conmigo. Un recuerdo que comenzó conmigo creyendo que jamás iba a poder o al menos disfrutar de conducir un coche de alta gama. Pero esa experiencia me ha convertido en otra persona y a día de hoy, habré conducido más de veinte coches de lujo distintos. Cada uno de ellos me ha tocado un punto del cerebro distinto al anterior ya que ningún motor que vayas a dirigir será igual al anterior. Mucho menos con una bestia similar a la de un Ferrari, Porsche, Maserati o Lamborghini que he encontrado en cochesylujo.com… Lo que sí se mantiene siempre después de devolver las llaves, son las ganas de repetir.